MONTE CANTABRIA EN LOGROÑO (LA RIOJA)
El denominado Cerro de Cantabria o comúnmente por los lugareños Monte Cantabria es un término o lugar del municipio de Logroño, La Rioja en España. Su parte suroeste se eleva frente a esta ciudad cortada por un precipicio de 120 metros en el margen izquierdo del río Ebro1 que discurre a su falda. La cumbre alcanza una altitud de 500,80 msnm. Próximo al Monte Cantabria pasa el Camino de Santiago Francés, G.R.- 65, en sus primeros pasos por tierras riojanas.
Recientemente se han realizado excavaciones en ésta zona que indican que aquí hubo asentamientos humanos desde épocas prerromanas (S. III A.C.), ya que se han encontrado cerámicas celtíberas prerromanas. La habitabilidad del cerro tuvo importancia en los siglos XI y XII. Una parte de la historia vinculada a este cerro quedó plasmada en la obra literaria La Vida de San Millán escrita por San Braulio, pero los sucesos ahí narrados han sido ampliamente discutidos en la comunidad científica, pasando a formar parte del acervo legendario.
Es una terraza aluvial del cuaternario como muestran los cantos rodados de origen fluvial que se encuentran en la cima plana. Ahí se muestra la acción erosiva del río Ebro, ubicado actualmente 125 m. por debajo de la cumbre. Son llamativas las terrazas también de origen fluvial, resultado de la acción de transporte, deposición y erosión practicada por el Ebro. Estas terrazas están situadas al Noroeste y Oeste del monte. Este hecho resulta visible por el crestón casi en vertical que cae desde la cima del monte hasta la carretera y el río que deja ver diferentes estratos, útiles para el historial geológico de este lugar.
Sobre este cerro hay una extensa cumbre llana de unos cuatro por dos kilómetros destinada principalmente al cultivo de la vid y en su parte sur, junto al desnivel escarpado existen restos arqueológicos de un recinto amurallado y torreado de origen celtibérico, probablemente el castro defensivo de la prerromana ciudad de Varia o Vareia, situada en el término municipal aledaño denominado La Custodia, en Viana, Navarra y posteriormente de la Vareia romana situada en el actual barrio logroñés de Varea. En su parte suroeste, junto al río Ebro, existen restos de un antiguo puerto fluvial de la época romana o visigótica. En la cima de este monte también se han encontrado restos fósiles de la especie elephas antiquus pertenecientes al segundo período interglaciar, en el Cuaternario Medio.
COMO SUBIR AL MONTE CANTABRIA DESDE LOGROÑO
Forma parte de la denominada zona de Montes de Logroño, situado a una distancia de 6,12 km del casco urbano de la capital riojana (1 hora y 20 minutos tiempo con paradas). A pesar de su escasa altura (492m), es un excelente mirador de la ciudad de Logroño. Se encuentra al noreste de la ciudad y es fácilmente accesible desde el cementerio de Logroño mediante un agradable paseo que también atraviesa parte del Camino de Santiago. En la cumbre encontraremos grandes montones de cascajo y un vértice geodésico que marca el punto de mayor altitud. Merece la pena bajar del vértice geodésico y avanzar unos metros hacia el S hasta que lleguemos a un mirador desde el que hay unas vistas magníficas de la capital riojana.
El camino podría partir desde del Puente de Piedra que atraviesa el río Ebro en dirección N. Aunque podríamos ahorrar algo de tiempo si dejamos el coche cerca del cementerio de Logroño y empezar a andar desde allí. (Altura máx: 492 m, Altura min: 360 m, y un Desnivel acumulado: 132 m). El camino por el que avanzamos es parte del Camino de Santiago. Dejaremos atrás unas casas de campo y algún alberge de peregrinos, hasta llegar a un pabellón industrial o agrícola y en ese punto veremos un desvío a la derecha que debemos tomar. El camino que hemos elegido avanza entre campos de cereal, almendros y viñas y nos llevará directos hasta el Monte Cantabria.
HISTORIA DEL MONTE CANTABRIA
El Monte Cantabria de Logroño alberga los restos de la ciudad Celta de los berones, Ouaria, que con los romanos se trasladó junto al río, mutando su nombre a Vareia, la actual Varea. El yacimiento se haya abandonado y desprotegido de los expoliadores; la cantera presumiblemente ha destrozado la necrópolis; la muralla del poblado alto medieval se está rompiendo. En la primera fase de las excavaciones avanzo en torno a la entrada de la muralla medieval, aunque en la antigua ciudad berona, convertida más tarde en refugio medieval fortificado, encierra aún muchas incógnitas. En días claros, la vista se despliega sin esfuerzo por toda la vega y uno comprende que este lugar, en épocas de guerra, tuvo que poseer un alto valor estratégico. Las huellas de sus antiguos habitantes han quedado sepultadas por aquí y por allá, comidas por la maleza bajo el terreno.
Se conoce la importancia que tuvo en la época prerromana, cuando los berones ocupaban esta zona del valle del Ebro y vivían en constante disputa con las poblaciones vecinas y más tarde con las tropas romanas. Los vestigios celtíberos aparecen bajo los restos medievales, aunque la ausencia de fuentes escritas oscurece su interpretación. Queda por aclarar, por ejemplo, su relación exacta con el yacimiento vecino de La Custodia (Viana), situado en una zona llana y cerca de una laguna, en el que se han encontrado objetos más apreciados. Quizá ambos enclaves tuviesen un vinculo de unión, uno más defensivo y otro más confortable.
Durante los años más pacíficos del Imperio Romano, con las calzadas, la globalización y el desarrollo de las instituciones cívicas, el enclave perdió importancia y quedó casi despoblado: ese fue el momento de los lugares fértiles del valle, como Vareia, mucho más vulnerables, pero ricos y propicios para una vida cómoda. Pero cuando el imperio romano cayo, estas tierras volvieron a ser lugar fronterizo (primero con los visigodos, luego con los árabes, más tarde entre los reinos cristianos), la gente buscó de nuevo la seguridad del monte. En esos siglos de hierro, guerras y sangre, la propia ubicación del Monte Cantabria resultaba una bendición para sus pobladores, que reforzaron sus defensas naturales con las murallas que hoy resultan visibles.
La vida del cerro se fue apagando en torno al siglo XII, mientras Logroño iba creciendo a sus pies, gracias a un puente y a un camino. Cuando la frontera ya no existe, el Monte Cantabria pierde sentido. El cerro quedó despoblado, a merced de los lugareños que reutilizaban las piedras viejas para sus casas. Ya en el siglo XX, la actividad de la gravera vecina estuvo a punto de acabar con el monte y todavía es visible el mordisco que recibió el recinto. Solo la intervención del Ministerio de Cultura frenó su desaparición en el año 1980.