MIRADOR DEL CASTILLO DE HERCE (TORRE FUERTE) LA RIOJA
Castillo Islámico/Cristiano Medieval Militar. Situado en la comarca de Arnedo en La Rioja. Al noroeste del pueblo de Herce, encima de unas peñas rocosas. El acceso es fácil a través de un camino que discurre por la vertiente norte, se puede acceder con vehículo hasta una explanada que sirve como aparcamiento. Se encuentra en estado de ruina progresiva. Actualmente sólo pueden verse los restos de la mitad de la torre, ya que la otra mitad desapareció al desplomarse la roca sobre la que se asentaba.
Cómo elemento arquitectónico, solo queda debido a la erosión y el abandono un lienzo de cortina y la mitad de una torre con arranques de bóveda de cañón apuntado. Llegando a los 5 m de grosor en los muros. A principios del siglo XXI se iniciaron obras de excavación y recuperación para rescatar en medida de lo posible las partes del castillo que todavía quedan, tanto las visibles como las soterradas. En las inmediaciones del castillo también se encuentra la Ermita de El Salvador.
Este emplazamiento está en la peña de El Salvador a una altitud de 593m, siendo uno de los lugares más elevados del valle del Cidacos. El acceso es a pie, pudiendo disfrutar de unas excelentes vistas del valle. El castillo es aproximadamente del 1200 y existió una fortificación islámica que luego se aprovechó para la cristiana. En 1173 Alfonso VII donó el castillo a Doña Guiomar y su esposo. Se puede datar del siglo XIII por el aparejo de sus muros y el uso de bóvedas de cañón apuntado y crucería que pueden observarse a través de los restos conservados.
El castillo y su alcaide Miguel de Jubera se citan en 1200, año en que en él hace una donación su señora Da Giomar. El rey Alfonso VII había dado la villa a ella y su marido Diego Ximénez. Pero es posible que para entonces ya hubiese un castillo. Dos castillos existían en 1246, cuando los señores Alfonso López de Haro y Da María Álvarez de Cameros fundan allí un monasterio cisterciense, dándole la villa y sus castillos.
Por su estratégica situación, dominando un amplio campo visual del valle medio del Cidacos, pudo ejercer como torre de vigilancia, de señales, óptica, vigía o atalaya para vigilar los amplios espacios que controla visualmente, y para comunicarse con los otros castillos o torres de la zona como la de Arnedillo, Arnedo o Préjano. Formaría parte de la misma línea defensiva de Autol, Quel, Préjano y Arnedo.
Los muros son de aparejo de sillería y macizo de morrillo. El sistema de construcción es la mampostería, que consiste en erigir muros y paramentos mediante la colocación manual de los elementos o los materiales que los componen (denominados mampuestos), que pueden caracterizarse por estar sin labrar (o con una labra muy tosca).
Este sistema permite una reducción en los desperdicios de los materiales empleados y genera fachadas portantes. Es muy apta para construcciones en alturas grandes. La mayor parte de la construcción es estructural. Para unir las piezas se utiliza generalmente una argamasa o mortero, y que antiguamente se utilizaba el barro, al cual se le añadían otros elementos naturales como paja, y en algunas zonas rurales excrementos de vaca y caballo.
La planta de la torre debió ser cuadrangular. Sólo se conservan el muro norte y parte de los muros este y oeste, todos ellos de considerable grosor: 4,50 metros el muro norte, 5,15 metros el muro este y 1,80 metros el muro oeste. La cubierta se ha perdido, pero junto a la puerta de acceso, situada en el muro oriental, pueden verse los restos del arranque de una bóveda de cañón apuntado, y en el muro norte los restos del apeo de una bóveda de crucería.
A unos 60 metros al oeste de la torre hay restos de unos gruesos muros que podrían pertenecer a una fortificación anterior, e incluso constituir una barrera exterior de la torre, que cerraría la amplia explanada situada en el nivel inferior. Por su tipología, es uno de los prototipos de castillo montano, roquero, roqueño o topográfico, aunque más que un castillo propiamente dicho fue una atalaya, torre fuerte, vigía, de vigilancia, de señales u óptica.
A unos 60 m. hacia el noroeste del castillo de Herce y también a lo largo de todas las paredes verticales del lado sur del cerro de El Salvador y de los otros cerros que dominan el pueblo. Nos encontramos con dos grupos diferenciados de cuevas por un lado dos pequeñas cuevecillas artificiales excavadas en la roca con bancos corridos en su interior. Están relacionadas con el castillo y excavadas en una zona donde la propia peña natural se mezcla con restos de muros de mampostería que sólo conservan el macizo interno de morrillo, dibujando una especie de recfortificado.
Quizá pertenecieron a una fortificación anterior, o bien constituyeron una barrera exterior de la torre que cerraría una amplia explanada que se encuentra en un nivel inferior. Ambas se horadaron en la vertiente interna de esta mezcla de roca natural y muro artificial perfectamente adaptada a la topografía. Desconocemos tanto su cronología como su función original.
La restauración del castillo de Herce se hizo realidad tras un proceso desarrollado entre los años 2006 y 2009, el cual incluyó, aparte de la propia intervención, una serie de trabajos previos. Un proyecto arquitectónico, un estudio histórico-artístico y una excavación arqueológica. Tras una contextualización histórica del monumento, en la que se relaciona con otros similares de la zona, analizando su evolución histórica, su cronología y sus principales características tipológicas y constructivas.
Las primeras citas documentales de fortalezas en Herce datan de 1200 y 1246 pero los restos conservados en el Cerro de El Salvador nos indican que su cronología no puede retrotraerse más allá del siglo XIII, de lo que se deduce que con anterioridad hubo otro castillo, como indican también los escasos restos materiales encontrados en las excavaciones. El de Herce, por tanto, no se construyó ex novo en la Baja Edad Media, sino que tuvo que sustituir a otro anterior altomedieval, relacionado con las luchas de conquista y reconquista entre musulmanes y cristianos.
Herce se sitúa en la comarca de Rioja Baja, subcomarca de Arnedo en el valle del río Cidacos, en su curso medio, en el extremo occidental de la Hoya de Arnedo y está rodeado por la Peña del Moro y la de El Salvador, el barranco La Yasa, que desemboca en el Cidacos, atraviesa la villa. En los terrenos en los que está asentada la villa hay cortados de arcilla y aglomerados, en estos cortados se abren multitud de cuevas que son antiguos palomares conocidos con el nombre de "farmacias de los moros" donde anidan cantidad de aves como cuervos o abejarucos.
Se halla a 54 km de Logroño y a 6 km de Arnedo, con el que linda al Este, mientras que al Oeste lo hace con la que antiguamente fue una aldea suya, Santa Eulalia Bajera (la Somera ya pertenece a Arnedillo). Está a 593 m de altitud2 y tiene una superficie de 17,8km². Su economía está basada en la agricultura (frutales, almendro y olivo) y muchos de sus vecinos trabajan en la industria de Arnedo o Calahorra. Su nombre procede el euskera "hertsi/ertzi" que significa estrecho o angosto. El topónimo deriva de la localización del municipio, pues está incrustado en un barranco rodeado de cortados rocosos por un lado, y el lecho del Cidacos por el otro, quedando el pueblo incrustado entre estas barreras.
Dentro del territorio municipal hay restos arqueológicos que pueden ser identificados con la antigua población romana de Illurcis. El 9 de abril de 1173 el rey Alfonso VIII donó la villa a Diego Jiménez, señor de los Cameros a quien en 1171 le encomendó la tenencia de Calahorra y en 1177 el gobierno de Arnedo y a su esposa Guiomar Rodríguez de Traba. A partir de esa fecha, la villa fue integrada en el señorío de los Cameros.6 Existe documentación datada en el año 1200 que aluden al castillo de Herce cuyo alcaide era Miguel Jubera.
Alfonso López de Haro, tenente de Calahorra y Nájera (hijo del señor de Vizcaya Lope Díaz II de Haro y de su esposa Urraca Alfonso de León) y su primera mujer, María Álvarez de los Cameros, fundaron el Monasterio de Santa María de Herce, también conocido como el convento de las Bernardas. El monasterio, según las disposiciones de los fundadores, fue adscrito a la Orden del Císter y afiliado al monasterio de Santa María la Real de Iranzu.
El 25 de noviembre de 1246, ambos donaron para la fundación del monasterio las villas de Herce, Murillo de Calahorra, La Santa, Torremuña así como sus siervos, una parte de Hornillos de Cameros y otros bienes. En 1251, el fundador y su segunda esposa, Sancha Gil, donaron al monasterio la villa de Velilla de Ocón. Desde entonces Herce pasó a ser un lugar de abadengo, nombrando la abadesa alcalde ordinario.
El convento fue abandonado a raíz de la Desamortización de Mendizábal a pesar de la solicitud de los vecinos que escribieron al gobernador civil de Logroño en 1868 "para que no lo suprimiera y les concediese su conservación como una especial gracia" debido a la labor de las religiosas que se dedicaban a la enseñanza gratuita de las niñas.
En las primeras horas de la mañana del 25 de septiembre de 1963 se derrumbó la torre de la iglesia de San Esteban de 50 metros de altura, había sido reconstruida en 1894. Su caída dio lugar a la destrucción de parte de la bóveda de la sacristía y dos de las capillas laterales, desapareciendo varios valiosos retablos e imágenes, entre ellas, la patrona de la localidad Santa Ana.
A unos 60 m. hacia el noroeste del castillo de Herce y también a lo largo de todas las paredes verticales del lado sur del cerro de El Salvador y de los otros cerros que dominan el pueblo. Nos encontramos con dos grupos diferenciados de cuevas por un lado dos pequeñas cuevecillas artificiales excavadas en la roca con bancos corridos en su interior. Están relacionadas con el castillo y excavadas en una zona donde la propia peña natural se mezcla con restos de muros de mampostería que sólo conservan el macizo interno de morrillo, dibujando una especie de desfortificado.
El Valle del Cidacos fue declarado Reserva de la Biosfera por la UNESCO en el año 2003. El Valle ofrece muchos rincones de interés por sus vestigios monumentales y arqueológicos, como la ruta de los dinosaurios, que cuenta con una enorme colección de huellas fósiles de dinosaurios. La Vía Verde del Cidacos es un paseo natural de 34 kilómetros que recorre el trazado de un antiguo ferrocarril de vía estrecha que dejó de funcionar en los años 60.