CELLORIGO (LA RIOJA) MIRADOR PRIVILEGIADO
El enclave privilegiado de Cellorigo próximo a 800 metros de altitud, desde cuyos riscos calcáreos en las estribaciones meridionales de los montes Obarenes, se denominan las cuencas bajas que conforma el ancho valle del río Tirón y del Oja, le mereció el nombre de Púlpito de La Rioja. Desde este mirador encaramado en esta cresta rocosa que conforma una atalaya natural denominada Peñaluenga, se puede observar una de las más impresionantes vistas de la zona, y una de las más completas de toda La Rioja: más de treinta pueblos diseminados en una extensa llanura, bordeada en el horizonte por la Sierra de Cantabria, la Sierra de la Demanda y los Montes Obarenes.
Su estratégico emplazamiento le permitió jugar un papel decisivo durante la Reconquista. Cuando Fernando I, recobró lo que entonces era Castilla la Vieja, el rey dio en tenencia los castillos de Luna y Cellorigo a Rodrigo Álvarez, abuelo materno de El Cid. El pueblo recupera su autonomía en el año 1743, con el Reinado de Felipe V, manteniendo el privilegio de Villazgo. En 1833, con la división de España en provincias, deja de pertenecer a la provincia de Burgo para insertarse en la de Logroño.
Colindante al mirador, se ubica la iglesia parroquial de San Millán, construida en la segunda mitad del siglo X en sillería, ampliada en los siglos XVI y XVIII. Tiene planta de dos naves con cabarceras rectas, torre de cuatro cuerpos y sacristía del siglo XVIII. La arquitectura más antigua es la de la capilla de los Frías Salazar, de 1470. El retablo dedicado a San Millán es del siglo XVII, cuyas imágenes fueron talladas en Santo Domingo de la Calzada. Próxima al núcleo del pueblo, está ubicada la ermita dedicada a Santa ª de Barrio, hoy arruinada y cuya cabecera recta puede ser de origen prerrománico: portada de arco de herradura sobre dintel visigótica, re aprovechando restos de una iglesia mozárabe más antigua.
La historia de Cellorigo aparece vinculada a la existencia de un castillo, defensivo, nacido al amparo de la muralla natural que proporciona el crestón rocoso de Peñaluenga. La cumbre representa un aspecto de nicho natural que pudo acomodar una torre de vigilancia. En los primeros siglos de la Reconquista se erigió una importante fortaleza que defendía la garganta de Foncea y la Hoz de la Morcuera (hoy Ventilla). Su condición de atalaya, desde la que se podía otar un vasto horizonte repleto de puntos estratégicos, hizo que jugara un papel decisivo en las primeras luchas contra los musulmanes, y que la quisieran poseer tanto estos como los cristianos. Probablemente fue erigida en el s. VIII por los árabes, pero pronto pasó a manos cristianas. En el siglo IX fue de nuevo flanco de devastadoras expediciones cordobesas que fracasaron varias veces. Los enfrentamientos más importantes fueron las batallas de los años 882 y 883 por el príncipe al-Mundir, siendo defendida de manera ejemplar por el conde de Álava Vela Jiménez. Hasta la primera mitad del siglo XI el Castillo sigue en propiedad de los condes alaveses hasta que el Rey de Castilla Fernando I lo dio en posesión de Rodrigo Álvarez, abuelo materno de El Cid.
Sobre la estructura de dicho castillo, algunos autores (Establés Elduque) han apuntado la posibilidad de que fuera lignéa de madera, en consonancia con las primeras formas de fortificación medieval pues todavía son visibles entalladuras en la roca. De dicho castillo no queda huella. Goicoechea reúne estos datos, citados en diversas fuentes, y también el de la existencia de vestigios de antiguas murallas y hallazgos de fragmentos de armas en las tierras de labranza cercanas. De su carácter defensivo, solo se conservaban dos torres fuertes medievales plenamente integradas dentro del caserío, de planta cuadrada, de sillería y mampostería, con vanos de medio punto una y apuntados otra, datables en el siglo XII la primera y en el siglo XIV la segunda. A finales del siglo XIII Cellorigo pierde su autonomía como Villa y su titulo como "Cabeza de Alfoz" tras anexionarla el Rey Sancho IV a Miranda en concepto de aldea que acumulaba la anexión de los territorios de Villaseca, Castilseco y Sojuela de Suso (ésta última desaparecida) y doce ermitas ubicadas en el entorno.