VISITA BODEGAS OJUEL EL SUPURAO DE RIOJA
- Nombre: Ojuel Wines
- Teléfono: 629 45 51 57
- E-mail: ojuelwine@hotmail.com
- Web: www.ojuelwine.com
Visita y Cata de Vinos "Bodegas Ojuel" a los miembros de la "Asociación Cultural Sumilleres de Rioja". En la actualidad la asociación también invita a incorporarse a nuevos miembros (Teléfono 941 23 75 20) como forma de concienciación aprendizaje y profesionalización del sector. Miguel Martínez recuperó en 2010 esa antigua tradición presente en muchos pueblos de La Rioja de hacer vino con las uvas que se habían vuelto pasas en las colgaderas de las casas. "Era un vino para celebraciones especiales. En algunas familias, el padre hacía supurao cuando nacía una mujer en casa y lo guardaba para consumirlo en el día de su boda".
El Supurao nace de la más pura tradición riojana, se trata de un vino dulce de baja graduación alcohólica entre 9 y 10º. En sus orígenes, antes de la industrialización de la viticultura y la enología, los hombres y mujeres de La Rioja recorrían las viñas antes de las vendimias recolectando las mejores uvas para su propio consumo. Estas uvas se conservaban en los altos de las casas, colgadas en los lugares más sanos y ventilados. Allí dormían todo el invierno, supurando, concentrando sus jugos, pasificándose.
Era entonces, cuando la pasificación estaba avanzada y el invierno daba a su fin, cuando las uvas bien conservadas eran prensadas obteniendo un mosto muy dulce que hacía las delicias de niños y mayores. Tras la primavera y algún trasiego, el Supurao está listo para su consumo. Como curiosidad: el Supurao de Rioja tenía unas fermentaciones muy largas, de meses y, en la mayoría de los casos, inacabadas, lo que daba lugar a ver como los corchos y tapones saltaban y las botellas se sobraban.
Ojuel, es el Supurao de Rioja que recupera, precisamente, esos valores perdidos por muchos con sus grandes equipos tecnológicos y sabores comerciales a medida. Ojuel guarda y representa el espíritu del respeto a aquellos agricultores y bodegueros familiares que veían como al calor y al mimo, sus mostos hervían, fermentaban y se convertían en los mejores vinos posibles. Muy apreciado y cotizado debido a su dulzura, buen sabor y a su escasa producción. En muchos casos la elaboración de estos caldos se realizaba de forma comunitaria, de manera que cada vecino aportaba parte de las uvas y el trabajo para más tarde ser repartido entre todos los habitantes del pueblo.
Además del Supurao (blanco y tinto), Bodegas Ojuel elabora otros vinos con variedades autóctonas recuperadas, como la garnacha blanca y el tempranillo blanco fermentado en barrica; la maturana tinta, garnacha y tempranillo fermentado en barrica; maturana tinta y mazuelo fermentado en barrica; tempranillo y maturana despalillado a mano, vinos artesanales y ecológicos. Las viñas están llenas de historias. Una memoria que se han ido perdiendo y contra lo que se ha rebelado Miguel Martínez, este joven viticultor que heredo de sus abuelos la pasión y la tradición por el cultivo de la vid en una de las zonas más frías y difíciles de Rioja.
En la actualidad Miguel Martínez, Ojuel Wines, cultiva 10 hectáreas de viña que ha clasificado en 34 parcelas. Todo en ecológico, pese a que Sojuela no es una de las zonas más sencillas para dicho cometido: "No entiendo la viticultura de otra forma, pero tampoco es para tanto. El tema ecológico es como un móvil nuevo, la primera semana estás perdido y luego aprendes", argumenta.
"Mi padre vivió el éxodo rural de los años 60 y trabaja en el sector bancario, mientras que yo aprendí de las viñas con mi abuelo, de aquella generación para las que las uvas eran tan vitales para la subsistencia como los cerdos, las gallinas o la huerta". El viticultor rompió en el año 2010 con el statu quo y, con medios modestos (en la actualidad busca una bodega de alquiler para ampliar sus limitadísimas elaboraciones), decidió comenzar a circular en 'sentido contrario'.
"Lo que te enseñan académicamente es agricultura moderna, concentraciones parcelarias, métodos casi intensivos, pero mi entorno, Sojuela, es muy distinto, con minifundios trabajados a mano...". "Preferí 'perder' el tiempo y escuchar a los abuelos, a quienes conocían los viñedos para hacer algo diferente, mis vinos, ni los mejores ni los peores, pero míos".