EL VINO EN LATA BUSCA SU HUECO
Fuente: Oscar Varela (www.mercadosdelvino.com) 28/2/2014
El debate no ha perdido intensidad desde que la idea de vender vino enlatado como la cerveza se instalara en el sector vinícola. Desde que en 2007 comenzaran a distribuirse en España las primeras latas de vino, la iniciativa ha tenido más detractores que defensores. Actualmente, en España, dos bodegas jerezanas están apostando por el vino enlatado, pero parece todavía lejano un futuro en el que esta forma de comercialización esté bien afianzada en nuestro país.
Pocos han sabido ver en el vino enlatado las virtudes que sus defensores le atribuyen. La necesidad de llegar a un público más joven, la voluntad de innovación y exclusividad, y la imperiosa búsqueda de un nicho de mercado que no haya sido explotado por nadie han empujado a ciertas bodegas españolas a subirse al carro del vino en lata, que en otros países ha tenido resultados bastante positivos.
A estas virtudes puramente empresariales, los expertos le suman el sistema de enlatado, el “Vinsafe”, un procedimiento mediante el que se sustituye el oxígeno presente en la lata por nitrógeno, que no interactúa con el líquido, con lo que los problemas de oxidación se eliminan. A esto hay que sumarle un revestimiento interior de la lata que impide el contacto con el aluminio del vino, así se guardan todas sus cualidades organolépticas intactas y no hay contaminaciones que estropeen el vino.
Desde 2007 el jerezano Grupo Garvey han venido enlatando del orden de 8.000 litros anuales en latas de 25 cl. El comienzo fue de la mano del cava, quizá el vino que mejor sabe adaptarse a los tiempos, y bajo la marca Hill comercializaron cava de la D.O. Penedés, pero ya se han atrevido con el tinto y el blanco metiendo en sus latas variedades tradicionales como Tempranillo o Sauvignon blanc. Ya han llegado a Estados Unidos, Japón y el Norte de Europa, pero en nuestro país parece que no terminan de hacerse un hueco. Por otro lado, Bodegas Callesol, jerezanas también, se han lanzado con su Almena tinto y blanco a enlatar Tempranillo, Cabernet Sauvignon, Merlot, Syrah, Viura y Alcañol, todo un reto para el tradicional consumidor español, que no termina de encajar el producto.
Por el contrario, en otros países en vino enlatado goza de cierta popularidad, e incluso se ha abierto un hueco entre los consumidores, especialmente en Japón, donde la idea nació hace casi 20 años, en 1996, cuando a un ejecutivo se le calló una valiosa botella en el jacuzzi y bramó con el nuevo concepto en los labios. En veinte años los japoneses se han convertido en los principales consumidores de vino enlatado del mundo.
Los primeros en desembarcar en el país nipón fueron los australianos con sus Barokes (de la bodega Barokes wine, que también se comercializa en España). Comenzaron en supermercados exclusivos como,los Kinokuniya o Queens Isetan en el barrio bien de Tokio, Omotesando, pero ya hay cerca de 3.000.000 de máquinas expendedoras, según la distribuidora nipona Nihon Shurui Hanbai, en las que compiten de tú a tú con la cerveza, el Sake y el Sodhu, el muy consumido licor de patata japonés. Las latas de 25 cl de Barokes se venden a 3 euros, muy lejos de los 0,80 euros que tienen en España. Con todo, se venden muchísimo.
En estos años, sobre todo desde 2006, muchas otras bodegas internacionales se han apuntado al aluminio. Hay diez países productores que están enlatando y comercializando vino. A los australianos Barokes hay que sumarles los argentinos Iron Wine, los chilenos Elkan, o los italianos Donelli. Todas ellas tienen en el mercado japonés su principal destino, pero en los países anglosajones y del norte de Europa también gozan de buena salud. Hubo un momento en que la explosión del vino en lata fue tan popular que hasta el director de cine Francis Ford Coppola se lanzó a sacar su vino del valle de Napa en honor a su hija, Mini, un espumoso que en 2004 desbordó el mercado norteamericano en los ambientes más modernos y “chics” de la Gran Manzana.
En nuestro país, y en los países productores del viejo mundo por extensión, de momento el consumo de vino en lata no termina de arrancar, pero ya se ve que en otros sitios menos conservadores, y quizá menos “snobs” en lo que a consumir vino se refiere, la idea ha cuajado y existe un nicho de mercado consolidado. Conservando sus propiedades y con un buen marketing de apoyo puede ser una vía para acercarse al público más joven, y abrir un nuevo formato que anime al consumo de vino en puntos que ahora parecen cerrarse a los distribuidores como locales de noche y otros puntos de venta tradicionalmente asignados a la cerveza o los refrescos.