GESTION DEL RIEGO Y AGUA EN EL VIÑEDO, EN FUNCIÓN DE LA CALIDAD Y CANTIDAD
En la mayoría de viñedos Riojanos, por ejemplo, la lluvia y la humedad ambiental son suficientes para las necesidades de la viña, sobre todo en suelos que retienen la humedad. Pero cuando a finales de los años noventa comenzaron a sucederse ciertos “cambios climáticos” que se presentaban como una amenaza preocupante, se levantaron enseguida voces que reclamaban el regadío si continuaba la sequía. Los viñedos del Nuevo Mundo han sabido resolver el problema más abiertamente: recurren al regadío pero han tenido que plantearse a la vez el propósito de obtener la máxima calidad.
El agua es de capital importancia en la vid puesto que es un componente esencial, por ser un medio de disolución y por su participación en las reacciones bioquímicas, por mantener el estado hídrico necesario para el crecimiento, por que permite el movimiento de las sustancias a través de la planta y especialmente por su papel fisiológico ligado a la transpiración que además de jugar un papel primordial en el estado térmico de la planta mediante el intercambio de energía y facilitar ciertos movimientos de sustancia, es una función obligadamente ligada a la fotosíntesis, función básica de la que depende toda la productividad del viñedo y por lo tanto el desarrollo vegetativo, el rendimiento en uva y la composición del mosto.
A medida que la disponibilidad de agua en el suelo se reduce como consecuencia del consumo, las vides reducen la actividad fisiológica de su superficie foliar y por tanto su productividad. La productividad depende de la fotosíntesis, que precisa tomar CO2 a través de los estomas, y ello lleva consigo la pérdida de vapor de agua por transpiración debido al déficit de presión de vapor que existe entre la atmósfera y los espacios intercelulares del mesófilo de las hojas que se encuentran saturados en vapor de agua y que se comunican por medio de la apertura de los estomas.
Las pérdidas de agua por transpiración deben ser compensadas por la absorción de agua del suelo por las raíces, para ello deberán vencer la resistencia que fundamentalmente el potencial matricial del suelo ejerce y además hasta que el agua se intercambie por los estomas deberán superase las resistencias hidráulicas que se oponen, en un gradiente decreciente de potencial hídrico desde el suelo, a través de la planta, hacia la atmósfera. La transpiración proporciona la mayor contribución a las fuerzas necesarias para la absorción del agua siendo poco significativo el papel de la presión de raíz resultante de la absorción activa. El desequilibrio entre la absorción de agua está limitado por el almacenamiento de agua en la planta, que en el caso de las leñosas puede ser hasta del 100%. El agua almacenada por las cepas de un viñedo puede equivaler a 6 mm, cifra superior a las tasas mayores de transpiración (5.9 mm).
EL RIEGO DEL VIÑEDO EN ESPAÑA Y SUS NORMATIVAS EN LA ACTUALIDAD
España con una producción de vino de 33,5 millones de hectolitros en 2012, se sitúa como la tercera región productora de vino en el mundo, tras Francia e Italia. Además cuenta con el mayor viñedos del mundo con una superficie de viñedo de unas 1.170.000 ha, con unas 1.190.000 ha de uva de vinificación y de las que de las que 611.000 ha corresponden a V.C.P.R.D. (vino de calidad producido en una región determinada). Del total de la superficie de viñedo unas 55.000 ha se cultivan en regadío de las que 32,5 ha corresponden a viñedo de vinificación.
En los últimos años, se ha incrementado de forma notable la superficie de viñedo de regadío de vinificación. Con la derogación del artículo 42 del Estatuto de la Viña, del Vino y de los Alcoholes (Ley 25/70) por la Ley 8/96, se anula la prohibición del riego en la vid, pero sin embargo, sigue rigiendo el Reglamento CEE 823/87 en el que se expresa que para los vinos de VCPRD (Vino de Calidad Producido en una Región Determinada), es preciso contar con la autorización y normas de las autoridades competentes como Consejo Regulador, Comunidad Autónoma, etc.
La mayor parte de la superficie del viñedo español se cultiva en zonas semiáridas con precipitaciones anuales inferiores a 500 mm y con un reparto irregular, concentrándose las lluvias en el periodo otoño-invierno y determinando una estación con un fuerte déficit hídrico durante la primavera-verano coincidente con el periodo activo de la vid. En estas condiciones el viñedo, regulado en parte por los viticultores, se adapta reduciendo el crecimiento, moderando su rendimiento en uva y produciendo mostos de calidades variables, en unos casos calidades altas y en otros cuestionables o malas.
Esta situación limita en gran medida el abanico de posibilidades técnicas aplicables en viticultura, que van desde el material vegetal, patrones y variedades, hasta el diseño de plantaciones, sistemas de conducción del viñedo y técnicas de manejo del cultivo; todo ello, en muchos de los viñedos españoles comprometiendo el rendimiento económico de los mismos.
El agua es un recurso escaso en muchas zonas vitícolas, gran parte de ellas depende únicamente de las aportaciones de las lluvias, las menos, cuenta con ciertas posibilidades de regar parte de su superficie, y en cualquier caso es un recurso limitado, que hay que utilizar de manera razonable, eficaz y con la visión de que es un bien escaso y social.
El conocimiento de las relaciones hídricas de la vid y de las necesidades de agua del viñedo no sólo es necesario para paliar el déficit hídrico a través de una correcta programación del riego, sino también para un adecuado manejo del viñedo cultivado en secano, de manera que en ambos casos puedan aprovecharse satisfactoriamente los recursos hídricos se optimicen los rendimientos y la calidad de la uva.
Una reflexión importante cuando se habla de un factor tan condicionante como es la disponibilidad de agua, es acotar el concepto de calidad de la uva, del mosto, del vino. La cual no debe de ser únicamente patrimonio de los vinos de alto precio y de producciones minoritarias sin que debe de afectar también al sector mayoritario que debe de ser capaz de producir rendimientos altos y con calidades adecuadas a precios asequibles al gran consumidor, es en este segmento donde el riego puede jugar un papel fundamental para asegurar rendimientos económicos aceptables, sin olvidar que puede ser también mejorante en la producción de vinos de alta gama. Cantidad y calidad no tienen obligatoriamente que ir disociadas.
FUNDAMENTOS PARA REGAR ADECUADAMENTE UN VIÑEDO
- Aunque el viñedo se ha considerado tradicionalmente un cultivo de secano, admite y a veces necesita la irrigación para evitar males mayores de estrés hídrico. Durante su ciclo vegetativo, la viña, como todas las plantas, necesita agua. El volumen depende de diferentes factores y donde el clima entre otros presenta un gran impacto en la viticultura.
- En este marco, surge la necesidad del conocimiento y la determinación del estrés hídrico al que se encuentran sometidas las cepas en cada momento del ciclo, diferenciando, en función del estado fenológico, tanto la demanda como la dosificación. Son numerosas las técnicas que aportan esta información.
- Conocer el ciclo fenológico de cada cultivar, pudiéndose establecer de manera general dos periodos (Antes del envero y después del envero).
- El periodo más sensible a la falta de agua en el viñedo es el comprendido entre floración y final del cuajado (transformación del ovario en fruto).
- Cubrir el total de las necesidades de agua en un viñedo no es recomendable ya que genera una serie de problemas de manejo, de calidad y un incremento de costes.
- Los Riegos Deficitarios Controlados (RDC) nos permiten una optimización de recursos y una mejora en los objetivos productivos.
- Dependiendo de los objetivos productivos que se pretendan alcanzar hay que incidir en un periodo o en otro a la hora de establecer un déficit de agua, siendo recomendable no provocar déficit antes del envero cuando en nuestro objetivo prima la producción, mientras que si sería recomendable un cierto déficit en antes del envero cuando en nuestro objetivo productivo prime la calidad.
- Los aportes de agua deben ser realizados en función de las necesidades, adaptados a los objetivos de producción (uva de vino, uva de mesa, uvas pasas) de la viña en los diferentes estadios de su desarrollo, del tipo y de la especificidad de la uva y del vino buscado, teniendo en cuenta la evaluación hídrica de cada viñedo.
- Los riesgos de agresión al medioambiente, en particular en lo que respecta a la salinidad de los suelos, deben ser considerados desde el punto de vista de una viticultura durable y sostenible.
- Las técnicas de riego que permiten optimizar la eficacia del agua, como la microirrigación, deben ser privilegiadas, considerando igualmente sus efectos sobre la distribución del sistema radicular.
- En el viñedo, el riego ha venido acompañado de sistemas de conducción apoyados, donde los sarmientos se posicionan de manera vertical, como alternativa al cultivo en vaso tradicionalmente utilizado. Estos sistemas facilitan la mecanización de gran parte de las prácticas de cultivo.
- El incremento del potencial productivo debido al riego, viene acompañado de un mayor crecimiento de las partes verdes y un microclima más húmedo, lo que obliga a una mayor frecuencia e intensidad en las intervenciones y labores durante la campaña.
CICLO DEL CULTIVO DE LA VID EN LA RIOJA Y SUS NECESIDADES HÍDRICAS
- Marzo-Abril. El ciclo anual del viñedo se inicia con los lloros que dan paso a la brotación (marzo-abril) seguida de una fase de crecimiento activo de brotes y pámpanos.
- Mayo. A finales de (mayo) se desarrolla la floración, con una duración de entre 1 y 2 semana siendo un periodo de elevada sensibilidad a la falta de agua. Una falta de agua durante la floración e inmediatamente después provocan una mala fecundación y el corrimiento (fecundación incompleta de las flores de viña).
El cuajado o transformación del ovario en fruto, tiene una duración de 1 a 2 semanas, y es también muy sensible a la falta de agua, afectando al número de flores cuajadas o tasa de cuajado.
El crecimiento de la baya, comienza con una etapa de crecimiento rápido que dura de 5-7 semanas dependiendo de la variedad. La baya pasa después a una fase de crecimiento lento, donde apenas incrementa su peso, que dura de 2 a 4 semanas.
- Julio. En (julio), la vid alcanza su madurez fisiológica y se para su crecimiento, pero el fruto aún dista de ser la uva madura, comienza entonces una fase denominada envero o madurez de la uva. En ella, los granos de uva dejan de ser verdes para hacerse amarillentos en las variedades blancas y oscuros en las tintas. El grano de uva comienza a perder acidez, a acumular azúcares y compuestos fenólicos. Además una vez que el crecimiento del pámpano se detiene, este sufre un agostamiento o lignificación y se convierte en sarmiento.
- Agosto. En (agosto) el crecimiento de la baya se reactiva y el peso aumenta. Esta fase comienza con el ablandamiento de la baya y posteriormente con el envero, o cambio de color de las uvas, visible a simple vista en las variedades tintas.
Con el cambio de color, comienza la maduración y la acumulación de azúcares en las uvas, disminuye la acidez y en los cultivares tintos comienza la síntesis y acumulación de sustancias colorantes y de taninos. También la uva se enriquece de potasio (K+) durante esta fase. La duración de la maduración es variable ya que va a depender de la concentración de las diferentes sustancias en la baya que dependerán a su vez de factores ambientales y practicas culturales.
Una falta de agua antes y durante el envero da como resultado una reducción del tamaño de la uva. Por el contrario, si se riega para aumentar el rendimiento, el viñedo crea un sistema radicular compacto que no se extiende más allá de la zona húmeda superficial. Eso crea un ciclo artificial que obliga a alimentar la viña por medio del sistema de irrigación, con nitratos y minerales que favorezcan su crecimiento. La mayoría de los sistemas de riego modernos son de goteo, porque permiten distribuir la cantidad de agua deseada en cada cepa, generalmente de dos a cuatro litros por hora. En el caso de una irrigación demasiado abundante, puede disminuir la calidad de la uva, ya que el viñedo pierde su equilibrio, hay demasiadas hojas con respecto a la cantidad de uva, y si no hay sol, la uva madurará muy tarde o no madurará.
- Septiembre. En (septiembre) los granos enverados o maduros pasan de ser muy ácidos a ser completamente azucarados, la piel de la uva se reblandece progresivamente y en las tintas toma un color intenso.
Desde el envero a la vendimia es donde la sensibilidad de la baya al agua es menor que en los periodos anteriores siendo un periodo donde es posible ahorrar agua de riego sin afectar de forma considerable al tamaño de baya y a la producción.
- Octubre. Generalmente en (octubre) se realiza la vendimia o cortado de los racimos para vinificar. El enólogo y el viticultor juzgarán cuándo conviene recogerla, en función del tipo de vino que se desea producir. Si lo adelanta, surgen vinos más frescos y aromáticos, pero con poca capacidad de envejecimiento y si lo retrasa, pueden surgir vinos de más grado alcohólico, color, opulencia y con gran capacidad de envejecimiento.
- Noviembre. El ciclo continua con la caída de las hojas o agostamiento dando paso al reposo invernal, en (noviembre) empieza su camino hacia la fase latente invernal. Los pámpanos se endurecen, la savia se acumula en el tallo y la hoja se vuelve color tabaco y acre. El riego del viñedo después de la cosecha es muy importante, pues de este modo se aumenta el nivel de las reservas en la madera antes de la parada invernal.
CONSUMO DE AGUA EN EL VIÑEDO
Las necesidades hídricas de una plantación son el agua transpirada por las cepas y cualquier otra planta presente en la misma (como por ejemplo cubiertas vegetales sembradas o espontáneas) a la que se suma la evaporada directamente desde el suelo, es lo que se conoce como evapotranspiración del viñedo o de cultivo (ETc). Esta ETc se puede calcular como el producto de la evapotranspiración de un cultivo de referencia, ETo, válida para el cálculo de necesidades de cualquier cultivo, por el coeficiente de cultivo Kc, específico del cultivo, e incluso la variedad:
ETc (Necesidades hídricas del cultivo) = ETo (Evapotranspiración del cultivo) x Kc (Coeficiente de Cultivo)
La ETo depende de las condiciones climatológicas y Kc del estado de desarrollo de las cepas y de las características del cultivo y la plantación, por lo que ambos términos van variando a lo largo del ciclo de cultivo, con valores más bajos en la brotación, que se incrementan hasta llegar a los consumos más altos en los meses de julio y agosto, para volver a reducirse hasta la caída de hojas. Para facilitar estos cálculos se puede acceder al valor diario de ETo de en las páginas de los ministerios de agricultura de cada región, obtenido a partir de hay los datos climáticos de estaciones agrometeorológicas pertenecientes al Servicio de Asesoramiento al Regante de los diferentes Gobiernos de Agricultura y seleccionando la estación meteorológica más próxima a la localización de la parcela.
La vid consume agua desde la brotación hasta la caída de hojas. En La Rioja, la brotación de la vid, se produce en primavera, a finales de marzo o en abril, comenzando el ciclo vegetativo.
Durante los primeros estadios del crecimiento, el consumo de agua es muy bajo, debido al reducido tamaño de las cepas y a la baja demanda del ambiente (valores bajos de ETo). A medida que el crecimiento de los pámpanos continua, aumenta a su vez de forma paralela la ETo y por lo tanto, la cepa incrementa el consumo de agua.
De manera general, cuando las precipitaciones que se producen en la parcela durante el periodo de otoño a primavera, superan los 200mm, las necesidades de agua de la vid hasta finales de mayo o principios de junio, pueden estar cubiertas por la lluvia. Aunque el agua realmente disponible dependerá del las características del viñedo.
Cabe destacar la gran influencia que tiene en el consumo de agua el tamaño de la cepa, encontrándose una gran relación entre el porcentaje de suelo sombreado, medido a mediodía, y el coeficiente de cultivo a aplicar. Este suelo sombreado se puede obtener fácilmente con la medida del ancho de la sombra que proyecta el viñedo a mediodía multiplicado este por la distancia entre cepas, y viendo que porcentaje representa esta superficie en el marco de plantación con el que estamos trabajando.
En la vid para vinificación, cubrir la totalidad de las necesidades de agua de la cepa no es recomendable ya que crea problemas de manejo, disminuye la calidad de las cosechas y en general incrementa de forma innecesaria los costes de cultivo. Al aumentar el agua disponible para la viña se eleva la producción de uva, pero también la de pámpanos, incrementándose los costes de poda, dificultando los tratamientos fitosanitarios y normalmente reduciendo la calidad de la uva. Sin embargo, el estrés hídrico controlado permite obtener una buena producción y un crecimiento equilibrado, evitando los problemas derivados del exceso de agua. Por lo tanto, en este cultivo es fundamental conocer cual es la forma adecuada de manejar el riego.
- Estrategias de riego deficitario controlado: Una estrategia de Riego Deficitario Controlado (RDC) en vid para vinificación, permiten aumentar la eficiencia del uso del agua, admitiendo un cierto nivel de estrés hídrico durante determinados períodos del ciclo de las cepa. Controlando la duración e intensidad del estrés se logrará un ahorro en el uso del agua y un cierto control sobre las características de la uva en vendimia.
Para la elección de una estrategia se recomienda conocer la profundidad útil del suelo (zona de absorción radicular), así como capacidad de almacenamiento de agua. Cuanta más información se disponga del viñedo más se podrá ajustar.
- Estrategias de riego para calidad: Esta estrategia es recomendable para los viticultores que están dispuestos a sacrificar parte de la cosecha para conseguir una mejora en la calidad de la uva ya que, va a priorizar el tamaño y composición de la baya sobre los incrementos productivos, por lo que será una cosecha de rendimientos medios-bajos, sin alcanzar el máximo potencial productivo del viñedo. Esta estrategia es recomendable para variedades de vinificación tintas en las que la concentración de compuestos colorantes es un indicativo de calidad, intentando incrementar la relación hollejo/pulpa, buscando tamaño reducidos de bayas.
Esta estrategia consiste en aplicar dosis limitantes de agua durante el periodo antes del envero (abril-julio), de tal manera que la cantidad de agua disponible para las raíces sea escasa durante las etapas mas tempranas del desarrollo de la baya. La falta de agua durante este período, limitará el crecimiento de la baya obteniéndose en vendimia bayas de tamaño medio-bajo, este efecto será mayor cuanto mas temprano la planta detecte la falta de agua y estará condicionado por las precipitaciones de otoño y primavera y por las características del suelo del viñedo. Se propone aplicar de manera orientativa durante este periodo, volúmenes de agua de riego que cubran el 20% de las necesidades de la vid.
Para inducir estrés hídrico en esta fase hay dos aspectos importantes a tener en cuenta, por un lado el inicio del riego, y por otra la cantidad de agua de riego a aplicar. El inicio del riego, dependerá de las reservas de agua en el suelo y será necesario dejar que la cepa las consuma en gran parte. En términos generales, en viñedos adultos con vigor medio-alto y con precipitaciones inferiores a los 150mm de lluvia de otoño a primavera (año seco), el inicio del riego puede situarse entorno al la primera semana de junio, mientras que en años con precipitaciones mas elevadas próximas a los 300mm (año lluvioso) el inicio del riego puede retrasarse en suelos francos, a franco-limosos o poco profundos hasta la última semana de junio, mientras que en suelos mas arcillosos o profundos, los riegos pueden retrasarse hasta la primera semana de julio. En campañas con precipitaciones elevadas, el control del riego será menos efectivo para reducir el tamaño de la baya y la cantidad de cosecha. En estos años se puede utilizar otras técnicas de cultivo que disminuyen la cantidad de cosecha, tales como: aclareo de racimos, deshojados tempranos o despampanados.
Durante el envero (junio-septiembre), la sensibilidad de las cepas a la falta de agua es menor, sin embargo es necesario evitar sequías excesivas, que comprometan la maduración de la uva. De manera orientativa, se puede aplicar volúmenes de agua de riego que cubran el 35% de las necesidades de la vid (ETc).
- Estrategias de riego para equilibrar agua aplicada y producción: El objetivo de esta estrategia, va a priorizar el aumento del rendimiento productivo del viñedo frente a los componentes de la calidad de la baya, por lo que será una cosecha de rendimientos medios-altos, intentando alcanzar un equilibrio entre el agua aplicada y la producción obtenida sin que se produzcan crecimientos vegetativos descontrolados. Esta estrategia es recomendable para vinos tintos con escasa aptitud de guarda, vinos básicos o graneles y vinos blancos, aunque es posible aplicar para estas variedades volúmenes de agua algo mas conservadoras. Un factor importante a controlar con esta estrategia, será evitar que se produzca perdida de agua por drenaje (agua no aprovechable por la planta). El uso de indicadores de estado hídrico, facilita el manejo de las distintas estrategias de riego.
Esta estrategia consiste en aplicar dosis de agua poco limitantes durante el periodo antes del envero (abril-julio). De tal manera que se facilite el crecimiento de la baya obteniéndose en vendimia uvas de tamaño medio-grande. Además, durante el periodo antes del envero, se produce en las yemas la inducción floral, que determinará el número de racimos que se desarrollarán durante el año siguiente (fertilidad de la yema), esta estrategia favorece el aumento de fertilidad de las yemas, y por tanto, mantener un viñedo de altas producciones. Se propone aplicar de manera orientativa, durante el periodo anterior al envero, volúmenes de agua de riego que cubran el 70% de las necesidades de la vid.
El aporte de agua de riego con volúmenes poco limitantes antes del envero, va a favorecer el crecimiento vegetativo de las cepas, necesario para la maduración total de la cantidad de uva en desarrollo sin que se produzcan crecimientos excesivos que eleven los costes de producción alcanzando un equilibrio entre vegetación-producción y agua aplicada. Este incremento de la vegetación, lleva asociado un manejo de la plantación mas exigente, que garantice cierta ventilación de los racimos, además, las condiciones microclimáticas que se pueden generar en el entorno de los racimos, media-baja iluminación, temperaturas varios grados inferiores al ambiente y humedades relativas elevadas, favorecen el desarrollo de enfermedades, que obligan a una mayor frecuencia de tratamientos fitosanitarios para garantizar un correcto estado sanitario de la cosecha.
Tras el envero (junio-septiembre), y durante la maduración, el tamaño de la baya y la cantidad de cosecha es menos sensible al riego que en el periodo anterior, por lo que es posible disminuir el aporte de agua de riego sin que se produzcan perdidas de producción. Sin embargo, el riego aplicado antes del envero, habrá generado gran cantidad de vegetación que demandará gran cantidad de agua durante el envero. Además, las producciones altas, van a necesitar periodos de maduración más largos. Esto obligara a garantizar un suministro de agua de riego que permita mantener esta vegetación hasta la completa maduración de la cosecha, que puede alargarse hasta mediados de septiembre, pero evitando rebrotes que consuman, ya que consumirán azúcares que deben ir hacia los racimos. Se propone aplicar de manera orientativa, durante el periodo después del envero, volúmenes de agua de riego que cubran el 40% de las necesidades de la vid.
- Técnica de desecación parcial de raíces (PRD partial root zone drying): Consiste en suministrar agua alternativamente a las calles del viñedo, creando la zona donde las raíces permanecen secas un “estrés hídrico”, donde se sintetiza el ácido abscísico (ABA), que emigra a las hojas e induce el cerramiento de los estomas, produciendo el efecto de calidad en la uva. El resto del sistema radicular permanece húmedo y ello permite que el viñedo continúe con normalidad con el resto de sus funciones vitales.
CONOCIMIENTO DEL ESTRÉS HÍDRICO DEL VIÑEDO
- Indicadores de estado hídrico/umbral de riego: La apreciación visual de las cepas es una forma de hacerlo, en las fases iniciales, viendo si el crecimiento es muy activo o se ralentiza, tras el agostamiento, observando la marchitez de las hojas o la senescencia de las hojas bajas, viendo el ángulo que forma el eje del pecíolo y el plano de la hoja, observando si el crecimiento de los entrenudos se inhibe o si se reduce el número y longitud de los nietos.
El potencial hídrico de hoja, es otra medida sencilla de realizar y nos da un valor numérico que podemos comparar con unos valores de referencia que, de forma inmediata, nos va a indicar en que situación se encuentra el viñedo.
El estado hídrico de nuestro viñedo va estar condicionado, además de por el manejo del riego que se realice, por las características del suelo en el que se desarrolle el cultivo, que suele variar en una misma plantación, por lo que es recomendable conocer la heterogeneidad del suelo de la parcela antes de la plantación o antes de la instalación del sistema de riego, de manera que el diseño de los sectores de riego se realicen en consonancia con la variabilidad
del suelo para poder distribuir así, el riego de manera diferencial en cada una de ellas.
- ¿Cuánta agua aplica el sistema de riego por cada hora de funcionamiento del sistema?: Si no sabemos cual es el caudal de los goteros, se puede realizar una sencilla prueba de 30 minutos de duración. Para ello, elegimos un lugar representativo de las condiciones medias de la parcela. Situamos un recipiente bajo determinados goteros, y ponemos en marcha el riego. Al finalizar la prueba medimos en una probeta la cantidad de agua recogida en 30 minutos en cada gotero, y ese valor lo multiplicamos por 2 para obtener el caudal por hora (l/h) de nuestros goteros.
Este tipo de pruebas nos permite, además de hallar el caudal de nuestros goteros, comprobar la uniformidad de riego de la instalación, si se repite en diferentes zonas del viñedo, además podremos detectar zonas en las que los goteros riegan por encima de su caudal, o por el contrario, zonas en las que riegan por debajo de su caudal.
Una vez conocido el caudal de los goteros, comprobamos como se encuentran distribuidos en los laterales o línea portagoteros y las distancias entre dos goteros. En la mayoría de los viñedos de riego, se dispone una línea portagoteros de polietileno de 16 mm, con goteros pinchados sobre la tubería o embutidos en ella (de fábrica) que se sitúan próximos a los troncos o a lo largo de la fila de cepas a una distancia fija.
- Importancia del Potencial Hídrico Foliar: El potencial hídrico foliar está considerado universalmente como un índice del estado hídrico de la planta. En momentos de estrés, cuando la disponibilidad de agua en el suelo se encuentra limitada, la cepa tiende a producir un aumento de la presión osmótica, provocando un detrimento en el potencial hídrico foliar. Su medición puede realizarse en diferentes momentos del día, al amanecer (predawn o potencial de base) o al mediodía (midday).
El potencial predawn aporta información sobre la máxima recarga que sufre la planta durante la rehidratación nocturna, indicándonos el estado inicial o de base de la cepa al comienzo del día, cuando los estomas se encuentran cerrados, ha cesado la transpiración y se ha producido un reequilibrio entre el potencial matricial del suelo y el potencial hídrico de la cepa. A medida que evoluciona el día, la planta va sufriendo una pérdida progresiva de agua por las características climatológicas circundantes y la propia actividad de la planta, con la apertura de estomas e inicio de la transpiración y fotosíntesis, alcanzando el momento de máxima demanda comprendida entre la 11:00 y 15:00 horas solares, momento en la que se produce el máximo estrés. Este estrés es cuantificado con el potencial midday.
Ambos potenciales son frecuentemente utilizados en investigación vitícola, considerándose por diversos autores como de referencia en este campo. No obstante, el potencial midday se encuentra fuertemente influenciado por las condiciones climatológicas locales, considerándose una medición inestable. Surge de forma sustitutiva/complementaria el potencial xilemático o del tallo, previa cubrición de la hoja durante 2 horas a fin de producir el cierre estomático, evitando la realización de la fotosíntesis y la transpiración y estabilizando el potencial hídrico de la hoja con el xilemático, motivo de la segunda denominación considerada (potencial del tallo).
- Favorecer la actividad fotosintética: La adaptación fisiológica de la vid en función de la disponibilidad de agua, la podemos ver en las hojas de las vides regadas y no regadas y viendo como presentan cierta similitud en las tendencias de la evolución diurna de los valores del potencial hídrico foliar (LWP), de la conductancia estomática (gs), si bien estos resultan superiores en las vides regadas, éstas presentan el mismo potencial antes del amanecer (PD), pero la disponibilidad de agua permite mantener tasas de transpiración mayores reduciendo la caída del potencial hídrico y manteniendo conductancias estomáticas más altas que las de las vides en secano, en este periodo, las tasas de fotosíntesis son parecidas. Al avanzar la estación, en los días después del desborre se manifesta el déficit hídrico en secano, las vides en regadío presentan potenciales hídricos más elevados desde el amanecer pues el bajo contenido de agua en el suelo no permite la rehidratación nocturna hasta el mismo nivel, al avanzar el día la mayor disponibilidad de agua permite una transpiración mayor de las hojas, que presentan potenciales hídricos superiores, lo que les permite mantener a su vez conductancias mas altas, dando lugar finalmente a una mayor actividad fotosintética durante gran parte del día. En este segundo periodo los valores alcanzados son menores para todos los parámetros fisiológicos, pues la senescencia por la mayor edad de las hojas reduce la actividad fisiológica.
El potencial hídrico foliar, es uno de los indicadores del estado hídrico más empleados, proporciona una base del estado de humedad de la vid, del estado hídrico bajo diversas condiciones ambientales. Antes del amanecer tiende a equilibrarse con el potencial hídrico del suelo, por lo que su medida antes del amanecer no solo proporciona una referencia del estado e la planta, sino también del estado y contenido de agua del suelo y alcanza el máximo valor diario, menos negativo con la apertura estomática después del amanecer estimulada por la luz. El potencial hídrico decrece debido a las pérdidas de agua por transpiración y tiende a alcanzar el mínimo valor al mediodía, aumentando gradualmente por la tarde, siendo el potencial hídrico foliar al anochecer más negativo que al amanecer, aproximándose durante la noche al valor máximo antes de la salida del sol. Al avanzar la estación el potencial hídrico tiende a decrecer de manera más o menos pronunciada en función de la disponibilidad de agua y la senescencia de las hojas. En el viñedo se registran valores diarios y estacionales muy variables, alcanzándose en condiciones de fuerte estrés hídrico valores menores a –1.5 MPa antes de amanecer e inferiores a –2.4 MPa durante el día, los cambios absolutos durante el día pueden ser superiores a 1.2 MPa. La variabilidad y la dificultad de interpretación recomiendan un uso prudente de este parámetro para el control del riego.
SISTEMAS DE RIEGO / COMPONENTES DE UNA INSTALACIÓN DE RIEGO: EXPOSICIÓN Y CRITERIOS DE ELECCIÓN
El riego consiste en aportar agua al suelo para que los vegetales tengan el suministro que necesitan favoreciendo así su crecimiento. Se utiliza en la agricultura y en jardinería.
La agricultura de regadío consiste en el suministro de cantidades de agua a los cultivos mediante diversos métodos artificiales de riego. Este tipo de agricultura requiere inversiones de capital y una cuidada infraestructura hídrica: canales, acequias, aspersores, albercas, etc., que exige, a su vez, un desarrollo técnico avanzado.
- Inundación o Surcos: Son sistemas que requieren mucha cantidad de agua y no tienen exigencias de presión. Resultan apropiados en algunos cultivos, para aplicación de riegos de invierno. El método principal de entrega de agua al campo (para cerca del 95 % de los proyectos en todo el mundo) es el riego por inundación o de surco.
Precisan de 5 a 20 m3/hora, y son exigentes en mano de obra (50 horas/año). En los surcos la eficiencia, muchas veces, se mueve del 40 al 60%, y se aconsejan cuando la pendiente es mayor del 0.4%.
- Cañones: Necesitan una presión de bombeo de 5'5 a 8 bar, y caudales de 30 litros/segundo. El radio es del orden de 50 metros y son capaces de aplicar 75 mm. a 3,5 ha en 24 horas.
- Aspersión sobre vegetación: El riego por aspersión rocía el agua en gotas por la superficie de la tierra, asemejándose al efecto de la lluvia. En frutales, es normal cubrir con 27 a 35 aspersores por hectárea, trabajando con una presión de 2'5 a 3 bar, con caudales de 0'5 a 0'75 litros/segundo, que dan lugar a una aportación de 4-12 mm/hora.
- Aspersión bajo vegetación: En el caso de la aspersión, se suele trabajar con 1'5 a 2'5 bar, y en el caso de la microaspersión de 0'75 a 1'25 bar. Con los microaspersores se suele trabajar con aparatos de menos de 100 l/h (40-80) y, en general, se necesitan de 15 a 50 m3/ha/hora. Cuando se emplean difusores, los caudales unitarios vienen a ser de 20 a 40 l/h.
- Goteo: Por goteo o riego localizado. El riego de goteo libera gotas o un chorro fino, a través de los agujeros de una tubería plástica que se coloca sobre o debajo de la superficie de la tierra.
En este caso, los goteros suelen ser de menos de 12 l/h, con presiones de trabajo de 1 bar; en muchos casos se utilizan “multisalidas”, el caudal depende del número de goteros, si pensáramos en 2000 goteros de 4 l/h serían necesarios del orden de 8m3/ha/h. Dentro de este sistema, conviene contemplar la posibilidad de utilizar líneas de gotero enterradas, en las cuales conviene tener cautela en el caso de suelos muy arenosos o muy arcillosos.
Aunque sean técnicas relativamente nuevas, que requieren una inversión inicial más grande y manejo más intensivo que el riego de superficie, el riego por aspersión y el de goteo suponen una mejora importante en la eficiencia del uso del agua, y reducen los problemas relacionados con el riego.
Esta aplicación del agua al suelo en forma localizada, es decir, sólo se moja una zona restringida del volumen radicular. Estos métodos son apropiados para zonas donde el agua es escasa, ya que su aplicación se hace en pequeñas dosis y de manera frecuente, consiguiendo con esto un mejor control de la aplicación del agua y algunos otros beneficios agronómicos.
FUENTES CONSULTADAS
- Manual Práctico de Riego Vid para Vinificación (Autores: David Uriarte Hernández, Luis Alberto Mancha Ramírez, Oscar Gómez Román, María del Henar Prieto Losada).
- Consecuencias del estrés hídrico y del riego en el viñedo (Autor: José Ramón Lissarrague).
- La calidad del vino desde el viñedo (Autor: José Hidalgo Togores)
- Water Activity Meters: una alternativa en la determinación del estrés hídrico en viñedo (Autores: Emma Mª Martínez, María Fandiño, Benjamín J. Rey, Javier J. Cancela. GI-1716, Dpto. Ingeniería Agroforestal. Universidad de Santiago de Compostela.).