PARK GUELL, CASA BATLLÓ Y LA PEDRERA (TURISMO BARCELONA)
A la preguntar de qué visitar en Barcelona hay que incluir además de La Sagrada Familia, el tan curioso Parque Güell, la Casa Batlló, y la Pedrera (Casa Milà) en pleno Paseo de Gracia. Son posiblemente la obras más importantes de Antoni Gaudí, el máximo representante del modernismo catalán.
- Park Güell: El parque Güell (parc Güell en catalán y Park Güell en su denominación original) es un parque público con jardines y elementos arquitectónicos situado en la parte superior de la ciudad de Barcelona.
Administrativamente pertenece al barrio de La Salud, en el distrito de Gracia. Ideado como urbanización, fue diseñado por el arquitecto Antoni Gaudí, máximo exponente del modernismo catalán, por encargo del empresario Eusebi Güell. Construido entre 1900 y 1914, fue inaugurado como parque público en 1926. El parque tiene una extensión de 17,18 hectáreas.
Idearon un conjunto impregnado de un fuerte simbolismo, ya que procuraron sintetizar en los elementos comunes del parque muchos de los ideales tanto políticos como religiosos que compartían mecenas y arquitecto (Güell y Gaudí).
Así, son perceptibles en el conjunto conceptos procedentes del catalanismo político (sobre todo en la escalinata de acceso, donde se representan los Países catalanes) y de la religión católica (en el monumento al Calvario, ideado en principio como capilla).
También es importante el elemento mitológico. Según parece, Güell y Gaudí se inspiraron en el templo de Apolo de Delfos para su concepción del parque. Asimismo, Güell se inspiró para las zonas ajardinadas en el jardín de la Fontaine de la ciudad de Nîmes, donde vivió en su juventud.
El parque debe su nombre a Eusebi Güell, un rico empresario miembro de una influyente familia burguesa de la Ciudad Condal. Hombre polifacético y de gran cultura, fue escritor, pintor, lingüista, químico y biólogo.
Como empresario fue dueño de empresas como El Vapor Vell o la Cementera Asland, y tenía participaciones en otras empresas como Tabacos de Filipinas, el Banco Hispano Colonial o la Compañía de los Caminos de Hierro del Norte de España. Asimismo, militó en el catalanismo y fue diputado en las Cortes en 1878. En 1910 fue nombrado conde por el rey Alfonso XIII.
Amigo íntimo y mecenas de Gaudí, le encargó muchas de las obras efectuadas por el arquitecto modernista, sin interferir en sus decisiones artísticas. Para el conde Güell, Gaudí construyó, además del parque Güell, el palacio Güell, las bodegas Güell, los pabellones Güell y la cripta de la Colonia Güell.
En esta ocasión Gauid y Güell tenian cómo objetivo la construcción de una urbanización destinada a la burguesía. El parque fue concebido dentro de un incomparable marco de belleza natural, donde se situarían unas viviendas de alto standing, con todos los adelantos tecnológicos de la época para procurar el máximo confort y con unos acabados de gran calidad artística. Sin embargo, pese al empeño puesto por ambos, el proyecto fue un fracaso comercial.
Estaba previsto construir una urbanización de gran categoría, con aproximadamente 60 viviendas diseminadas en un inmenso jardín, en las inmediaciones de la ciudad y con una vista panorámica sobre toda Barcelona.
Cada parcela, de forma triangular, tenía de 1200 a 1400 m², de los que solo serían edificables de 200 a 240 m², una sexta parte de la parcela, mientras que el resto se dedicaba a jardines. El precio de venta estaba entre 0,75 y 1 peseta el palmo cuadrado, por lo que una parcela podía valer de 23.000 a 37.000 pesetas, un precio un poco caro para la época.
Pero el proyecto resultó poco atractivo para los barceloneses, que encontraron que la zona, entonces poco urbanizada, quedaba lejos del centro de Barcelona, en una época además en que lo que estaba de moda eran los grandes edificios del Ensanche, especialmente el paseo de Gracia.
Solo se vendieron dos parcelas: una de ellas es la actual Casa-Museo Gaudí, donde vivió el arquitecto entre 1906 y 1925, obra de su colaborador Francesc Berenguer; y la otra la casa Trias, propiedad del abogado Martí Trias i Domènech, amigo de Güell y Gaudí, que fue obra del arquitecto Juli Batllevell (1905).
Pese al fracaso comercial el parque fue enseguida foco de atracción de turistas y visitantes, así como lugar de reunión de asociaciones y centro de diversos eventos y celebraciones. Se podía acceder con una entrada que costaba 50 céntimos y se vendía en la portería, aunque con permiso previo del conde Güell se podía acceder gratuitamente.
Después de la muerte del conde Güell en 1918 sus herederos decidieron vender al Ayuntamiento de Barcelona el parque para convertirlo en público. La primera cuota de 500.000 pesetas la pagó el Ayuntamiento a la sociedad anónima creada por los herederos de Güell después del fallecimiento de Gaudí (1926), y ese mismo año se abrió el parque, que desde entonces es uno de los puntos neurálgicos de la ciudad de Barcelona, lugar de celebración de numerosos espectáculos y actos públicos y centro de gran interés turístico.
- Trencadís: Término de la lengua catalana que podría traducirse como troceado o "picadillo". Es un tipo de aplicación ornamental del mosaico a partir de fragmentos cerámicos (básicamente azulejos) unidos con argamasa.
Muy habitual y característico en la arquitectura modernista catalana. Con el fin de conseguir cromatismo, se opta por la utilización de cerámica esmaltada, que ofrece colores vivos, aprovechando la superficie lisa y pulida junto con la superficie tridimensional de su arquitectura, para causar el máximo efecto de brillo al incidir la luz en las composiciones.
Los arquitectos modernistas ya eran (quizá por respeto a los recursos estéticos de la albañilería mediterránea) aficionados al uso de baldosas cerámicas, pero fue Antoni Gaudí quien propuso un sistema que se consideró inédito: el "trencadís".
Relata una anécdota de la vida del artista, que Gaudí fue al taller de Lluís Brú y al ver como colocaban las piezas, agarró una baldosa y una maceta y rompiéndola exclamó: "A puñados se tienen que poner, si no, no acabaremos nunca", dando una sensación de espontaneidad. Se ha considerado a Josep Maria Jujol el encargado de aplicar esa 'técnica' y quien le dio la personalidad característica.
La técnica del trencadís se utilizó por primera vez en el llamador de la entrada de la finca Güell, en la avenida de Pedralbes de Barcelona. En esta finca, la arquitectura sinuosa convirtió en necesidad romper baldosas donde no se podían utilizar enteras.
Al trocear baldosas que ya tenían su propia decoración y realizar una nueva composición sin relación con los dibujos de las piezas enteras, unido a la mezcla de fragmentos de diversas piezas, se consiguen efectos visuales peculiares y distintivos de esta técnica. En la actualidad se sigue utilizando esta técnica en otras obras.
- Paseo de Gracia: Oficialmente y en catalán Passeig de Gràcia. Es una de las avenidas principales de Barcelona y una de las avenidas más famosas de Cataluña, debido a su importancia turística, áreas comerciales, negocios y un gran escaparate de destacadas obras de arquitectura modernista, como las edificaciones de los arquitectos Antoni Gaudí y Lluís Domènech i Montaner, declaradas Patrimonio de la Humanidad.
La avenida está situada en la parte central de la ciudad, el Ensanche barcelonés, y conecta la plaza de Cataluña al este con la calle Mayor de Gracia al oeste. Tiene un estilo semejante a la avenida de los Campos Elíseos de París.
Es la tercera calle comercial más cara de España en cifras de alquiler. A nivel español le precedía la calle Preciados (Madrid), que ocupaba el primer puesto hasta 2010, año en que la avenida del Portal del Ángel de (Barcelona) pasó a ser la calle más cara de España.
- Casa Batlló: La Casa Batlló es un edificio obra del arquitecto Antoni Gaudí, máximo representante del modernismo catalán. Se trata de una remodelación integral de un edificio previamente existente en el solar, obra de Emilio Sala Cortés.
Está situada en el número 43 del paseo de Gracia de Barcelona, la ancha avenida que atraviesa el distrito del Ensanche (Eixample), en la llamada Manzana de la discordia, porque alberga además de este edificio otras obras de arquitectos modernistas: la casa Amatller, que colinda con la de Gaudí, obra de Josep Puig i Cadafalch; la Casa Lleó Morera, obra de Lluís Domènech i Montaner. La Casa Mulleras, de Enric Sagnier; y la Casa Josefina Bonet, de Marceliano Coquillat.
La construcción se realizó entre los años 1904 y 1906. Pertenece a la etapa naturalista de Gaudí (primera década del siglo XX), periodo en que el arquitecto perfecciona su estilo personal, inspirándose en las formas orgánicas de la naturaleza, para lo que puso en práctica toda una serie de nuevas soluciones estructurales originadas en los profundos análisis efectuados de la geometría reglada.
A ello añade el artista catalán una gran libertad creativa y una imaginativa creación ornamental. Partiendo de cierto barroquismo sus obras adquieren gran riqueza estructural, de formas y volúmenes desprovistos de rigidez racionalista o de cualquier premisa clásica.
El edificio fue construido en 1875 por Emilio Sala Cortés (1841-1920), un arquitecto autor de varios edificios en Barcelona y provincia. Sala era además profesor de la Escuela de Arquitectura de Barcelona, y fue uno de los maestros de Gaudí, al que empleó ocasionalmente como delineante.
En 1903 el edificio fue adquirido por el industrial Josep Batlló i Casanovas, un rico hombre de negocios que poseía diversas fábricas textiles en Barcelona. Estaba casado con Amàlia Godó i Belaunzarán, de la familia de los condes de Godó, editores del diario La Vanguardia, con la que tuvo cinco hijos.
El matrimonio vivió en la planta noble de la casa hasta la defunción de ambos (en 1934 el señor Batlló y en 1940 su mujer), la cual fue vendida en 1954 por sus hijos, instalados a su vez en otros pisos algunos de los cuales han sido habitados hasta hoy día.
Batlló compró el edificio por 510 000 pesetas, con la primera intención de derribarlo y construir uno nuevo, aunque luego se conformó con reformarlo, y mientras él se reservó la planta principal el resto lo explotó en régimen de alquiler, como era habitual en las casas burguesas de la época (aunque también entregó algunos pisos a sus hijos según se iban casando).
Para la remodelación Batlló encargó el proyecto a Gaudí, por aquel entonces un arquitecto ya de gran renombre, que en aquella época trabajaba en diversos proyectos a la vez: el Templo Expiatorio de la Sagrada Familia (1883-1926), la Torre Bellesguard (1900-1909), el parque Güell (1900-1914) y la restauración de la Catedral de Santa María de Palma de Mallorca (1903-1914).
El industrial quedó tan impresionado con la obra del arquitecto que lo recomendó a su amigo, Pere Milà i Camps, para el que Gaudí construyó la Casa Milà (conocida popularmente como la Pedrera) entre 1906 y 1912.
El arquitecto se centró en la fachada, el piso principal, el patio de luces y la azotea, y levantó un quinto piso para los servicios de la casa (lavaderos y trasteros). El proyecto de Gaudí sufrió varias modificaciones desde su concepción hasta su realización final, debido a la continua búsqueda de las mejores soluciones estructurales por parte del arquitecto.
En el primer esbozo, realizado en lápiz plomo sobre papel canson y que fue hallado en 1969 en la Escuela de Arquitectura de Barcelona, mostraba una primera intención de coronar el edificio con una sinuosa cúpula de forma irregular, que finalmente se transformó en una bóveda con forma de dragón, que es el principal sello distintivo del edificio.
- Casa Milà (La Pedrera): La Casa Milà, llamada popularmente La Pedrera "cantera" en catalán, es un edificio modernista, obra del arquitecto Antoni Gaudí, construido entre los años 1906 y 1910 en el distrito del Ensanche de Barcelona, en el número 92 del paseo de Gracia.
La casa fue edificada por encargo del matrimonio Pere Milà i Camps y Roser Segimon i Artells. Desde su apertura al público en 1987 ha recibido más de 20 millones de visitas (un millón cada año aproximadamente), convirtiéndola en uno de los diez lugares más visitados de Barcelona.
El chalet pertenecía a José Ferrer-Vidal y Soler, hermano de Luis Ferrer-Vidal y Soler, fundador de la Caixa de Pensions de Barcelona, y se formalizó la compra ante notario el 9 de junio de 1905. Cabe resaltar que en el mismo paseo de Gracia había construido Gaudí poco antes la Casa Batlló (1904-1906), y anteriormente había efectuado otras dos intervenciones hoy desaparecidas: la Farmacia Gibert (1879) y la decoración del bar Torino (1902).
En ese contexto, Gaudí recibió el encargo de construir una casa señorial de parte de Pere Milà i Camps, un rico empresario cuyo padre, Pere Milà i Pi, había forjado su fortuna en la industria textil. Milà amplió el negocio familiar y diversificó los sectores donde probó fortuna, siendo por ejemplo el promotor de la plaza de toros La Monumental.
También se dedicó a la política, y fue diputado por parte de Solidaritat Catalana. El señor Milà estaba casado con Roser Segimon i Artells, viuda de Josep Guardiola i Grau, un indiano enriquecido en América con plantaciones de café, cuya fortuna heredó su mujer. Así pues, la pareja gozaba de una privilegiada posición, hecho que quisieron plasmar en una casa de diseño innovador y gran lujo de detalles.
El conjunto, por lo innovador, es una típica obra gaudiniana en la que las líneas geométricas son sólo rectas formando planos curvos. Toda su fachada está realizada en piedra calcárea, salvo la parte superior, que está cubierta de azulejos blancos, cuya combinación evoca una montaña nevada.
En la azotea se encuentran grandes salidas de escalera rematadas con la cruz gaudiniana de cuatro brazos, y chimeneas recubiertas de fragmentos de cerámica, con la apariencia de cabezas de guerreros protegidas por yelmos. Cabe destacar la belleza del hierro forjado de sus balcones, que simulan plantas trepadoras, obra de los hermanos Lluís y Josep Badia i Miarnau.
De formas orgánicas, la Casa Milà evoca sin lugar a dudas la naturaleza: diversos estudiosos han percibido en la Pedrera formas que recuerdan los riscos de Fra Guerau en la sierra de Prades cerca de Reus, el torrente de Pareis al norte de Mallorca o Sant Miquel del Fai en Bigues i Riells, todos ellos lugares visitados por Gaudí.
Uno de los elementos más destacados de los vestíbulos es la decoración con pinturas murales, realizadas por Aleix Clapés con motivos ornamentales y temas de inspiración mitológica, como algunas escenas de Las metamorfosis de Ovidio, para las que se inspiró en unos tapices del Palacio Real de Madrid.
También figuran otras temáticas, como los siete pecados capitales y diversos episodios de La vida es sueño, de Pedro Calderón de la Barca. Estas pinturas fueron restauradas entre 1991 y 1992 por Gianluigi Colalucci, jefe de restauración de los Museos Vaticanos y encargado anteriormente de la restauración de la Capilla Sixtina.
La decoración interior corrió a cargo de Josep Maria Jujol y los pintores Aleix Clapés, Iu Pascual, Xavier Nogués y Teresa Lostau. En el terreno escultórico trabajaron Carles Mani y Joan Matamala, autores de las inscripciones en relieve de la fachada, así como las columnas de la planta principal y otros elementos decorativos.
Se encuentran a menudo detalles ornamentales marinos, como los falsos techos de yeso que simulan olas de mar, así como pulpos, caracolas y flora marina. Pere Milà encargó la dirección de la decoración pictórica a Aleix Clapés, motivo de la ruptura definitiva entre Gaudí y el matrimonio Milà.
El arquitecto había encargado la decoración al pintor manresano Lluís Morell i Cornetnota (que llegó a efectuar algunas pinturas en las paredes de las escaleras de servicio), que sin embargo no era del agrado de los Milà. Por ello, Gaudí abandonó la dirección del proyecto, que fue concluido por sus ayudantes.
Gaudí había asignado a la Pedrera un alto simbolismo religioso: en la cornisa superior, de forma ondulada, tiene esculpidos capullos de rosa con inscripciones del Ave María en latín (Ave Gratia M plena, Dominus tecum).
Según el proyecto original la fachada habría estado rematada por un grupo escultórico de piedra, metal y cristal con la Virgen del Rosarionota con el Niño Jesús en brazos, rodeada de los arcángeles Miguel (con una espada derrotando a Satanás, enroscado en una bola del mundo situada a los pies de la Virgen) y Gabriel (con un lirio símbolo de pureza), de 4 metros de altura.
Se hizo un boceto a cargo del escultor Carles Mani, primero en barro a escala 1:10 y luego en yeso en su tamaño definitivo, que estaba listo para fundirse en bronce en marzo de 1909. Pero debido a los sucesos de la Semana Trágica de 1909 se abandonó el proyecto.
El edificio no respetaba ninguna norma de estilo convencional, por lo que recibió muchas críticas. Para empezar, el nombre "La Pedrera" es de hecho un mote asignado por los ciudadanos que censuraban su heterodoxia.
Las revistas satíricas eran el principal espacio de difusión de las críticas: Junceda la presentaba en un chiste como una "mona de Pascua". Ismael Smith insinuaba que había sufrido un terremoto como Mesina.
Picarol la asimilaba a un imaginario Valhalla wagneriano o como una defensa antibélica de la guerra de Marruecos, o como un hangar para dirigibles. En su Diario Joaquim Renart hacía un chiste sobre la dificultad de poner colgaduras en los balcones de hierro forjado.
También es famosa la anécdota que cuenta que cuando el político francés Georges Clemenceau vino a Barcelona a dar una conferencia, al ver la Pedrera se marchó corriendo sin dar siquiera su discurso, aterrado de que la gente pudiese vivir en un sitio así.
Sin embargo, también tuvo defensores, siendo uno de los primeros Salvador Dalí, quien la reivindicó en la revista Minotaure en 1933, en un artículo titulado De la beauté terrifiante et comestible de l'architecture modern style. Posteriormente, fue alabada por figuras como Le Corbusier, Nikolaus Pevsner, George Collins, Roberto Pane o Alexandre Cirici i Pellicer.
- Modernismo Catalán: Modernisme català en lengua catalana. Es la denominación historiográfica de un estilo principalmente arquitectónico, aunque también se desarrolla en las otras artes plásticas (pintura y escultura), y sobre todo en el diseño y las artes decorativas, que reciben una especial atención.
Aunque es parte de una corriente general que surge en toda Europa (denominada en cada país como modernismo, art nouveau, Jugendstil, sezession, etc.), en Cataluña adquiere una personalidad propia y diferenciada.
Su denominación geográfica se debe a su particular relación con Cataluña y principalmente con la ciudad de Barcelona, que estaban intensificando sus características diferenciales dentro de la cultura española por razones ideológicas y socioeconómicas, tras el resurgimiento de la cultura catalana denominado Renaixença y en el contexto de un espectacular desarrollo urbano e industrial.
De manos de arquitectos catalanes, este estilo tiene sin embargo notables realizaciones en ciudades como Comillas, Novelda, Astorga, Melilla o León y se ubica cronológicamente a finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX. Teniendo como hitos significativos la Exposición Universal de Barcelona (1888) y la Exposición Internacional de Barcelona (1929).
Los pintores modernistas catalanes (Ramón Casas, Santiago Rusiñol, Joaquim Sunyer, Hermenegildo Anglada Camarasa, Juan Brull, Ricard Canals, Javier Gosé, Josep Maria Sert, Miguel Utrillo), muy conectados con la vanguardia de París, tuvieron en la taberna Els Quatre Gats su lugar de reunión. Del grupo salió Pablo Ruiz Picasso.
Los arquitectos modernistas catalanes (Elías Rogent, Lluís Domènech i Montaner, Josep Puig i Cadafalch, Enric Sagnier, Joan Rubió, Josep Maria Jujol) desarrollaron un lenguaje propio, del que partió Antoni Gaudí para desarrollar su particular universo artístico, muy personal.2 Actualmente, muchas de estas obras modernistas se encuentran expuestas en museos catalanes como el Museo del Modernismo Catalán y el MNAC.
A finales del siglo XIX surgen en Europa tendencias arquitectónicas que rompen con los criterios tradicionales y buscan nuevas formas de edificar con miras al siglo XX, que dan gran relevancia a la estética. Este movimiento es consecuencia de la Revolución industrial, que ha ido arraigando en los diversos países, y de los avances derivados de ella, como la electricidad, el ferrocarril y la máquina de vapor, que han cambiado por entero la forma de vivir de la población y han originado un crecimiento de las ciudades, en las que se han ido estableciendo industrias que regentan un número creciente de burgueses. El modernismo es, pues, un estilo urbano y burgués.
El modernismo rechaza el estilo poco atractivo de la arquitectura industrial de la primera mitad del siglo XIX, y desarrolla nuevos conceptos arquitectónicos basados en la naturaleza, que consisten en los materiales de construcción que se emplean, en las formas de los edificios y en las figuras de sus fachadas.
Los arquitectos y sus escultores colocan en el exterior de los edificios pájaros, mariposas, hojas y flores a modo de elementos decorativos, ya sea como figuras adosadas o como adorno de la piedra o cerámica.
También se colocan figuras de tamaño mayor, animales fabulosos o personas, y en las cornisas elementos de cerámica de color. Las ventanas y los balcones disponen de rejas de hierro forjado, que son labradas artísticamente y contienen motivos inspirados en la naturaleza.
El desarrollo del modernismo es fomentado en Cataluña por la burguesía, que se siente catalana y es culta y sensible al arte. Esta burguesía ve en esta nueva arquitectura la manera de satisfacer sus ansias de modernización, de expresar su identidad catalana, y de poner de manifiesto de manera discreta su riqueza y su distinción.
Fueron más de 100 arquitectos los que realizaron edificios de estilo modernista catalán, destacando entre ellos sobre todo tres: Antoni Gaudí, Lluís Domènech i Montaner y Josep Puig i Cadafalch.
- Semana Trágica de 1909: Se conoce con este nombre a los sucesos acaecidos en Barcelona y otras ciudades de Cataluña entre el 26 de julio y el 2 de agosto de 1909. El desencadenante de estos violentos acontecimientos fue el decreto del gobierno de Antonio Maura de enviar tropas de reserva a las posesiones españolas en Marruecos, en ese momento muy inestable, siendo la mayoría de estos reservistas padres de familia de las clases obreras. Los sindicatos convocaron una huelga general.
En Barcelona los embarques de tropas en el puerto comenzaron el día 11 de julio sin que se produjeran incidentes. Pero en la tarde del domingo 18 de julio cuando se procedía al embarque del batallón de Cazadores de Reus, integrado en la Brigada Mixta de Cataluña, la tensión estalló. Algunos soldados arrojaron al mar los escapularios y medallas que varias aristócratas barcelonesas les habían entregado antes de subir al vapor militar Cataluña, mientras hombres y mujeres gritaban desde los muelles: "¡Abajo la guerra! ¡Que vayan los ricos! ¡Todos o ninguno!". Las protestas aumentaron en los días siguientes cuando llegaron noticias de que se habían producido gran número de bajas entre los soldados españoles enviados a Marruecos...
En Barcelona se levantaron cientos de barricadas y varias armerías fueron asaltadas para proveerse de pistolas y fusiles. La violencia se dirigió contra las iglesias y las propiedades eclesiásticas, especialmente los conventos, los colegios y los patronatos de las órdenes religiosas. En el espacio de pocas horas ardieron muchos edificios religiosos. La inicial protesta antibelicista se había transformado en protesta anticlerical con el incendio de iglesias, conventos y escuelas religiosas.
Empezando por la zona de las Ramblas y el puerto, unos 10.000 soldados fueron ocupando la ciudad de Barcelona, mientras la moral de los insurgentes iba cayendo a medida que eran conscientes de que la rebelión no estaba siendo secundada en el resto de España. Entre el viernes y el sábado la ciudad fue recuperando poco a poco la normalidad excepto en los barrios de San Andrés y de Horta, donde continuaron los tiroteos y donde se produjeron los últimos incendios y saqueos de conventos y de colegios religiosos. El domingo volvieron a publicarse los periódicos. El lunes 2 de agosto los obreros barceloneses, a los que la patronal les prometió que cobrarían el salario de la semana como si nada hubiera ocurrido, volvieron al trabajo. En otras localidades catalanas la completa normalidad no se recuperó hasta el jueves 5 de agosto.
El balance de los disturbios de la ciudad de Barcelona supuso un total de 78 muertos (75 civiles y 3 militares); medio millar de heridos y 112 edificios incendiados (de estos, 80 eran edificios religiosos). El gobierno Maura, por medio de su ministro de la Gobernación Juan de la Cierva y Peñafiel, inicia de inmediato, el 31 de julio, una represión durísima y arbitraria. Se detiene a varios millares de personas, de las que 2000 fueron procesadas, resultando 175 penas de destierro, 59 cadenas perpetuas y 5 condenas a muerte. Además se clausuraron los sindicatos y se ordenó el cierre de las escuelas laicas.